
Cuando abres la ventana la luz de la ciudad se derrama por la casa y mancha las paredes de tu vida.
Cierras los ojos.
El interior está a oscuras.
Si mantienes los ojos cerrados, las manchas de la ciudad empiezan a tomar forma y a configurarse.
Ahora abre los ojos.
Y todo está más claro. El tamiz de tu conciencia empieza a interactuar con el exterior. Ya tienes el balance que necesitabas.
Las formas tienen líneas. Los colores adquieren volumen. La luz ya no sólo mancha: ilumina.
Es el ritmo de un paisaje el que te deja andar. O la música.
Lo que está fuera, está dentro. Lo que está dentro está fuera.
Todo es una cuestión de ritmo.
Diseño del cartelpor: Lucio Gat.