
El arenque ahumado
Había un gran muro blanco -desnudo, desnudo, desnudo,
contra el muro una escalera -alta, alta, alta,
y en el suelo un arenque ahumado -seco, seco, seco.
Él llega, llevando en las manos -sucias, sucias, sucias,
un martillo pesado, un gran clavo -puntiagudo, puntiagudo, puntiagudo,
un ovillo de bramante -grueso, grueso, grueso.
Entonces sube a la escalera -alta, alta, alta,
y clava el clavo puntiagudo -pam pam, pam pam, pam pam,
en lo alto del gran muro blanco -desnudo, desnudo, desnudo.
Suelta el martillo -que cae, que cae, que cae,
ata al clavo el bramante -largo, largo, largo,
y en la punta el arenque ahumado -seco, seco, seco.
Baja de la escalera -alta, alta, alta,
se la lleva con el martillo -pesado, pesado pesado,
y luego, se va a otra parte -lejos, lejos, lejos.
Y, después, el arenque ahumado -seco, seco, seco,
en la punta del bramante -largo, largo, largo,
muy lentamente se balancea -siempre, siempre, siempre.
He escrito esta historia -simple, simple, simple,
para enfurecer a las personas -serias, serias, serias,
y divertir a los niños -pequeños, pequeños, pequeños.
Le coffret de Santal
Charles Cros (1842-1889), extraído de 'Antología del humor negro', por André Breton.
Cartel, por The Crrrrr!!!