sábado, 25 de septiembre de 2010

Paz Buñuel

Ignoro qué me impulsó a detenerme en el Paseo Marítimo. Lo cierto es que lo hice y de forma natural me interné en la playa, en medio de la oscuridad, en dirección a la morada del Quemado.
¿Qué esperaba encontrar allí?
Las voces me detuvieron cuando ya adivinaba la fortaleza de patines que emergía de la arena.
El Quemado tenía visitas.
Con extrema cautela, casi reptando, me aproximé; quienquiera que estuviera allí había preferido mantener la conversación en el exterior. Pronto pude distinguir dos manchas: el Quemado y su invitado estaban de espaldas a mí, sentados en la arena, mirando el mar.
El que llevaba la conversación era el otro: rápidas series de gruñidos de los cuales sólo pude atrapar palabras sueltas tales como "necesidad" y "valor".
No me atreví a acercarme más.
Entonces, tras un largo silencio, el viento cesó y cayó sobre la playa una especie de losa tibia.
Alguien, no sé cuál de los dos, de un modo ambiguo y despreocupado habló sobre una "apuesta", un "asunto olvidado". Luego se rió... Luego se levantó y caminó hacia la orilla del mar... Luego se volvió y dijo algo ininteligible.
Durante un instante -un instante de locura que me erizó los pelos- pensé que era Charly; su perfil, su manera de dejar caer la cabeza como si tuviera el cuello roto, sus enmudecimientos repentinos; el bueno de Charly salido de las sucias aguas del Mediterráneo para... aconsejar sibilinamente al Quemado. Una suerte de rigidez se extendió de mis brazos al resto del cuerpo mientras mi razón luchaba por recobrar el control. Lo que más deseaba en ese momento era largarme de allí. Entonces oí, como si la locura se fundamentara con la continuación del diálogo, la clase de consejos que el visitante del Quemado daba. "¿Cómo frenar la embestida?" "No te preocupes de la embestida; preocúpate de las bolsas." "¿Cómo evitar las bolsas?" "Mantén una doble línea; anula las penetraciones de los blindados; guarda siempre una reserva operativa."
¡Consejos para vencerme en el Tercer Reich!
¡Más concretamente, el Quemado estaba recibiendo instrucciones para contrarestar lo que veía inminente: la invasión de Rusia!


Roberto Bolaño, "El Tercer Reich"
Diseño del cartel: The Bloody Dirty Sanchez.

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